Seguramente a lo largo de tu vida has experimentado momentos en los que tu mente está totalmente conectada con lo que estás haciendo en ese momento, por ejemplo, cuando en tu infancia contemplabas un camino de hormigas, donde ninguna perdía su lugar, o cuando saboreaste un delicioso helado de chocolate por primera vez… Tal vez también has tenido momentos de profunda serenidad contemplando una puesta de sol, una fogata o el correr de las aguas de un río… O quizá has tenido fascinación por algún tema y cuando escuchas o lees sobre el mismo tu atención no pierde detalle… De eso precisamente se trata el Mindfulness, –también conocido en español como Atención Plena o Conciencia Plena–: de que nuestra mente esté conectada con lo que hacemos en el momento presente, que nuestra atención esté despierta y receptiva a todo aquello que percibimos del exterior a través de nuestros sentidos y también a todo aquello que ocurre en nuestro interior –en nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón– es decir, Mindfulness es estar despierto a la magia del momento presente y por eso decimos que es una capacidad humana innata que se presenta a veces de forma espontánea, pero que podemos aprender a cultivar y refinar.
El Mindfulness, al que podemos entender como nuestra capacidad de poner atención a lo que ocurre en el momento presente con curiosidad y aceptación, es una práctica contemplativa ancestral que se ha desarrollado por diferentes culturas a lo largo de la historia de la humanidad. En Asia, desde hace al menos 2,500 años, se ha transmitido esta práctica del entrenamiento mental mediante la expansión del Budismo, ya que fue el Buda histórico, Shakiamuni, quien estructuró y transmitió la enseñanza de esta práctica del entrenamiento de la atención en varios de sus discursos, principalmente en el Sattipatthana Sutta, que habla sobre las cuatro aplicaciones de la Atención Plena.
En nuestro país, existen vestigios arqueológicos olmecas, mayas y toltecas que muestran a los gobernantes o a los sacerdotes en una postura de absorción meditativa. También sabemos que esta práctica se ha llevado a cabo por las culturas chamánicas de América del Norte, Sudamérica, Europa del Norte y Siberia. Más recientemente, a principios del siglo XX, María Montessori, la primer médico italiana, profundamente católica, desarrolló una enorme cantidad de prácticas para el cultivo y el entrenamiento de la atención plena en los niños, a través de realizar actividades –sensoriales, de la vida diaria, de movimiento, de aprendizaje de las matemáticas y la lengua natal, etc.– en las cuales la mente está totalmente presente en lo que el niño está llevando a cabo.
Mindfulness nos enseña a traer la mente a casa, a nuestro cuerpo, a vivir plenamente despiertos el momento presente, en lugar de que nuestra mente esté preocupada por el futuro, lo que nos genera ansiedad, o lamentándose por el pasado, lo que nos genera depresión.
Cuando nuestra mente está conectada con el momento presente, es como si de pronto despertáramos al mundo y disfrutáramos por primera vez de los sonidos, colores aromas y texturas de nuestro entorno. Además, al darnos cuenta de lo que ocurre dentro de nosotros, vamos aprendiendo a conocernos, a hacer amistad con nosotros mismos y a llevar la rienda de nuestras vidas, en lugar de ser llevados por ellas sin control. Vale la pena intentar vivir plenamente nuestra vida porque al fin y al cabo, solo se vive una vez y no queremos morir sin haber vivido.
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